
LOS 5000 MILLONES QUE ESPERA ACUMULAR MASSA PARA FORTALECER LAS RESERVAS DEL BANCO CENTRAL NO VENDRÁN DEL CAMPO, SINO DE UNA NUEVA DEUDA.
UN CAMPO CON LA VACA ATADA
ÍNDICE DEL ARTÍCULO
TODO EL PODER AL CAMPO
El campo siempre termina teniendo la vaca atada y Massa se anota un poroto mediante un simple pero peligroso artilugio financiero. Sin necesidad de que los productores vendan un solo kilo de soja, el superministro se puede dar el lujo de anunciar que conseguirá en los próximos días alrededor de 1.000 millones de dólares para fortalecer las arcas del Banco Central.
¿Cómo lo logra?
Tomando el sendero que inaugura en su momento Martínez de Hoz en donde conviven simultáneamente la patria productiva con la patria financiera, o dicho de otra manera, haciendo la “Gran Vicentin”.
Antes de la gran estafa perpetrada por la empresa, el Banco Nación le prestaba a Vicentin la plata para que comprara al productor los granos, de manera tal que luego de exportar la producción, éste debía depositarla en una cuenta de garantía que el banco le abría.
En otras palabras, Vicentin cobraba las exportaciones y el Banco Nación automáticamente cobraba el crédito. El curro estaba en que a Vicentin (protegido por fallos judiciales) le permitían sacar la plata de la cuenta apenas ingresaba al banco para fugarla.
EL CAMPO DE LA ABUNDANCIA
En el caso de la negociación actual con el campo, Massa espera conseguir hasta 5.000 millones de dólares, pero no por liquidación de exportaciones- dado que la soja que se debería exportar sigue guardada en silos-, sino utilizando a los agroexportadores como intermediarios.
Estas multinacionales cerealeras consiguen un crédito en el exterior como prefinanciación de exportaciones a través de un banco privado a elección. Dichos bancos les realizan un préstamo a los agroexportadores para que compren lo que van a exportar, para no tener que sacar de la caja propia el dinero para pagar a los productores agropecuarios.
Dicho de otra manera, lo que hacen las multinacionales cerealeras en este caso es pedir una prefinanciación, sin que el productor le venda, dado que el productor no quiere vender porque está especulando con una devaluación.
En el procedimiento normal, cuando entra el dinero de la prefinanciación a los exportadores, éstos tienen cinco días para cambiarlos por pesos en el Banco Central.
Con este nuevo mecanismo, el exportador recibe la plata, se le abre una cuenta especial en el banco que elija y por 180 días esos dólares quedan allí.
El agroexportador trae los dólares, se queda con los dólares y los pone en una cuenta bancaria por 180 días, motivo por el cual el Banco Central tampoco ve un peso por seis meses.
SEGUNDA PARTE: APARECEN LOS DÓLARES
La segunda parte consiste en que el Estado argentino genera un bono para el banco que guarda la plata que ingresó. De esta manera el gobierno le da un bono al banco (con una compensación) y éste le da los dólares a cambio.
Esos dólares pasan al Banco Central. O sea que el Banco Central se está endeudando en dólares con los bancos privados y el exportador se está endeudando con el prestamista del exterior.
Finalmente todo esto se resolvería en cadena cuando se haga la exportación a futuro, precisamente cuando el productor decida el momento oportuno de liquidar los granos que guarda en silo.
Dicho de otra forma, el Estado adelanta la guita que va a cobrar algún día.
Cabe aclarar que el bono tiene una tasa del 2,3 por ciento en dólares a 180 días, el mismo interés que están pagando los exportadores en el exterior por el crédito obtenido.
En conclusión, se hizo una maniobra para resolver vía bancos y exportadores lo que no se pudo resolver con los productores; una bicicleta de endeudamiento que solo se puede hacer una vez con grandes riesgos para el país.
Todo ello en pos de que el campo siga teniendo la vaca atada y el destino de todos los argentinos también.
Alejandro Lamaisón