
GRACIAS A LA LLLAMADA DE ESTELA DE CARLOTTO, ALBERTO Y CRISTINA RETOMARON EL DIÁLOGO LUEGO DE LA RENUNCIA DE MARTÍN GUZMÁN.
LA ANGUSTIA DE ESTELA
ÍNDICE DEL ARTÍCULO
ESTELA NO DUERME
Estela está en la cama porque su salud no le permite levantarse, pero no puede darse el lujo de relajarse y pensar en ella, sólo piensa en la salud de su país.
En vez de ser cuidada por un gobierno al que ella votó, es ella la que tiene la responsabilidad de cuidar al gobierno, de protegerlo, como quiso proteger a su hija y no pudo porque se la arrebataron en un momento en que la historia se replegó en una dialéctica ensangrentada de torturas, desapariciones y muerte.
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo quiere que a este gobierno le vaya bien porque no quiere al gobierno que va a venir si Cristina y Alberto no se ponen de acuerdo.
Estela sabe que a pesar del juicio y castigo del proceso genocida de la última dictadura cívico-militar, los objetivos económicos, ideológicos y culturales de dichas políticas criminales gozan actualmente de absoluta impunidad y están en los objetivos de la oposición volver a activarlos si vuelven a ganar.
La inmensa Estela sabe cómo ninguno que el neoliberalismo, teoría económica del Proceso de Reorganización Nacional, nunca ha sido juzgado y hoy, esta ideología inhumana sobrevive aggiornada en el seno de Juntos por el Cambio, de La Libertad Avanza y en todas las derechas liberales que están a la expectativa de que al Frente de Todos le vaya mal.
Temiendo que el “Nunca Más” se haya vuelto un cliché vacío de contenido en la frágil memoria de los argentinos, Estela llama a Alberto en las horas críticas después de la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía y le dice: “Pensá en la Patria, pensá en la gente que te votamos a vos y a Cristina”…los dos tienen que estar juntos, para eso los votó el pueblo”.
La llamada surte efecto -grandeza de los interlocutores no desdeñable- y luego de la asunción de la nueva ministra de Economía, Silvina Batakis, el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, se reúnen en la Quinta de Olivos, donde comparten una cena.
Cuando hablamos de humanidad en medio de los problemas materiales que traen aparejado el manejo de la economía de un país, dicha palabra parecería estar fuera de contexto o de lugar. Pero. pese al significado inocente que aparenta su utilización, encierra un significante mucho más rico si lo usamos para nombrar a las Madres y Abuelas, quienes se encargan siempre de darle el concepto preciso de fraternidad, empatía y amor.
ESTELA Y LA VOLUNTAD QUE NO MUERE
Estela de Carlotto, la “titular de Abuelas de Plaza de Mayo”, nunca quiso ser lo que es, aunque el destino la haya puesto ahí, en aquel lugar en el que se vive, se come y se duerme con la suma de todas las tristezas.
Pero ella, a diferencia de muchos seres humanos, logró transformar esos años de dolor en acción y en pensamiento, el entumecimiento aletargado del miedo en lucha por un ideal y el desaliento y la impaciencia en osadía para enfrentar al poder real.
¿Cómo iba entonces a quedarse de brazos cruzados viendo cómo quienes aspiran a que este gobierno se derrumbe para volver a aquella escuela de Chicago y a sus teorías neoliberales, salvajes, inhumanas y expoliadoras se salieran con la suya?
Esa bella señora de cabellos del color que nombra la patria y rostro marcado por los años adversos aprendió a transformar el dolor en amor, las heridas en acción solidaria y las palabras en viento, porque ella, cuando habla, es un huracán en movimiento.
Estela y todas las Madres y Abuelas han demostrado con el correr de los años que son, cómo dice Joseph Glanvill, “pura voluntad, que nunca muere. ¿Quién conoce los misterios de la voluntad y su fuerza? Pues Dios no es más que una gran voluntad que penetra todas las cosas por obra de su fuerza. El hombre no se doblega a los ángeles, ni totalmente a la muerte, si no es por la flaqueza de su débil voluntad”.
Ellas tienen lo que cualquier gobierno que piense en el pueblo que los votó debería tener.
Las Madres y Abuelas, en el otoño de sus existencias, han depositado su confianza irrevocable en el actual presidente, para acorralar la miseria que traería aparejada el neoliberalismo, como lo hicieron desde el primer día, “tejiendo luchas, haciendo circular los sueños y alumbrando la vida”.
Será, sin duda, la enorme responsabilidad de Alberto y Cristina estar a la altura de las circunstancias.
Fabiola Enríquez